24.Jul.2013 / 02:05 pm / Haga un comentario

jerryadanPor: Pedro Gerardo Nieves

 

El video aparece de repente. Tiene la voz grave de Adán, fácil de distinguir a los barineses. Es una magistral acuarela. De repente aparece una cara cubierta por unos lentesotes, que a cualquier desprevenido parecerían los ojos de un profesor de física. Sí, de un científico. Pero esa pieza comunicacional, soberbiamente ejecutada por el Sistema de Medios Públicos, no es cualquier minucia. Se trata, nada menos y nada más, que de la oración fúnebre que un hermano tributa a otro hermano, ya muerto. Es la voz que en medio del dolor tiene la claridad para abandonar la lágrima al hermano fallecido, para darnos una lección ideopolítica porque quien yace corpóreamente es un gigante que ya ha abandonado este mundo. Es el Hugo Chávez de nuestros corazones a quien Adán en su misma dimensión rinde un homenaje proyectado al futuro. Transita el verbo de Adán por una anécdota profunda como la mar océano. Es la verdad que desde la historia cotidiana nos da una lección de vida. No de vida desperdiciada y al garete. De una vida consagrada al colectivo, a la humanidad, que nos lega Hugo Chávez. En su venezolanidad, el video contado por Adán nos refiere a un Hugo que, tan fácil a la nostalgia y a la poesía, como todo llanero, nos habla de un morral. Seguramente del mismo morral infinito que portaban héroes como Bolívar y como el Ché. Morrales repletos de logros, de sueños que dibujan la posibilidad, hoy cierta más que nunca, de un mundo mejor. Y todo para que este país, esta Nuestramérica, no se nos volviera un país portátil, como la obra de Adriano González León. Un continente y un mundo entonces condenados a la vileza y a la opresión.

Toma a unos montañistas en el video. Y la voz de un Adán que flaquea por el dolor viril del hermano caído, dice a rajatabla que la promesa, el compromiso, era que si alguno caía en el camino (y sólo Dios lo sabía en ese momento) era el deber del otro recoger el morral y seguir en la lucha. La frase final, ya no titubeante sino transida por el dolor y llena de energía, es estremecedora: ¡Aquí voy con tu morral! ¡Viva Chávez, carajo!

***

Pocos meses han transcurrido de la partida del Comandante Supremo. La vida ha seguido y Maduro ha sabido responder con propiedad a la inesperada responsabilidad histórica asumida y avalada por el pueblo venezolano. ¿Y quién se atreve a decir que ha sido fácil? En medio de estas perplejidades ha transitado un Adán adusto para consagrarse en cuerpo y alma a hacer manifiesto y concreto el legado del Comandante Supremo. ¿Cuántas veces, quienes le rodeamos, no hemos escuchado su voz tronante para advertirnos del desafío histórico y de la insoslayable responsabilidad que tenemos de que este proceso prospere y se perfeccione? Por eso da lástima, y pena ajena, que unos pocos desvíen su curso vital para responder a pendejeras cortoplacistas.

Es Adán Chávez legatario principalísimo de Hugo Rafael Chávez Frías. Además de su conexión biológica, es mentor de la Revolución Bolivariana, probado en mil combates contra el imperialismo. Pero es también Adán la cabeza visible, el elemento subjetivo, en el cual los venezolanos hemos presenciado lecciones de humildad y lealtad con Chávez, con Maduro y con su pueblo, que nos ilustran acerca de la profundidad de su pensamiento y de su alma. Es Adán un patrimonio moral y político del legado de Chávez, es Adán un camarada en quien confiamos para la dirección colectiva de la Revolución Bolivariana con nuestra dirigencia. Es Adán, quien lo duda, el primero en entregar su vida si se diera el combate físico contra el enemigo.

Por eso en esta hora señera, donde ponemos a prueba nuestra capacidad para transitar en el campo minado de las trampas del imperialismo sin la presencia ciclópea de nuestro Comandante Supremo, es menester y necesidad urgente que entendamos que la disciplina es la madre nutricia de la unidad como pueblo y como Patria. Que el aliento histórico de nuestra lucha nos debe impedir que hagamos ninguna concesión a los intereses individuales, que debemos cerrar filas para la construcción de las victorias del día a día y que el personalismo y el reformismo son, sencillamente, desviaciones contrarrevolucionarias.

“Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal…”, así truena el pensamiento de José Martí para recordarnos que, si miramos nuestro ombligo y nos entregamos al localismo doméstico, calificaremos como idiotas y sucumbiremos como pueblo y como proceso histórico.

Por eso es hora de empinarnos, abrir los ojos y mirar más allá de los intereses para cumplir la orden del Libertador en Santa Marta: “Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la unión…” Adán es Chávez, decía la consigna. Y Chávez somos todos los que creemos y hacemos Revolución.

 

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